abril 08, 2014

¡Venga sí hablemos!


Hablemos de todas aquellas cosas que todos pensamos y solo unos cuantos nos atrevemos a escribir.
Hablemos de esas pesadillas que nos atormentan por la noche y de esos sueños por los que abrimos los ojos cada día. 
Hablemos de nuestras listas de prioridades.
Hablemos de nuestro futuro. 
Hablemos del amor. 
Hablemos del miedo. 
Hablemos de nosotros, sobre usted, sobre mí, sobre nuestras historias, sobre nuestras vidas.
Qué más da de que hablemos, simplemente hagámoslo.
¿Qué hay de esas cosas que no sabemos con quién compartir, pues creemos que nadie es suficientemente digno de saberlas? ¿De esos miedos con los que pensamos tanto que noche tras noche hacen cola en nuestra puerta para entrar en forma de horrorosas pesadillas? ¿Qué hay del miedo a vivir, el miedo a disfrutarlo todo? ¿Y qué hay del amor?
Sí, el amor, esa cosa tan bonita estúpida que te hace cosquillas en la boca del estómago, dolor de corazón y enfermedad en los ojos. Que no te deja decir nada porque nada de lo que tengas que decir es importante. Que te coloca su puño justo en la garganta y que te hace pasar de un estado de éxtasis a lo más profundo del sótano de tu casa bajando por las escaleras de la frustración, tristeza y él es-que-no-soy-lo-que-quiere.
 Puede hacernos las personas más felices del mundo, puede hacernos soñar con horizontes nuevos, puede hacernos ver un increíble mundo, puede, puede, puede… Pero la clave del amor no es aprovechar todos los puede que nos propone, sino recordar los momentos en los que llegas a tal estado que eres capaz de imaginártelos solo.  Solo eh, solo solísimo, porque puede que la persona de enfrente, sí,  justo esa que te estaba besando hace un rato ni siquiera te incluya en su mañana, no porque no te quiera, sino porque te quiere ahora, en ese momento, justo en ese instante y no piensa en los puede de esa cosa a veces tan estúpida bonita, llamada amor.
Aprovéchalo, siente cada segundo, exacto siente como se deslizan los segundos a tu alrededor cuando tu tan solo puedes mirar los ojos de esa persona y podrías ahogarte en ellos. Hazlo porque siento decirte, que también se acabará, que llegará un día que miraras a los ojos a esa persona y no quedará nada, nada de lo que un día te hizo creer en los puede y en los quizá, sí, no quedará nada de justo aquello que te hizo creer en los imposibles.
Pero yo, desde aquí, desde la otra parte de la ciudad o tal vez del país, te digo que todos llegamos al mismo puerto, no el de la muerte eh, que también, me refiero a ese dónde llegamos los desamparados del amor, a los que nos dejaron después de pensar que podíamos comernos el mundo con un solo mordisco, y te digo que aunque cuando llegues aquí, estés sumamente desolado, siempre aparecerá otro barco con unos ojos todavía más bonitos que te mirarán y te dirán:
“Oye, inténtalo anda, si ya has estado aquí, que no te de miedo regresar.”
Y yo desde aquí os digo, que sí, es triste que te dejen o dejar, que aunque en ese momento el mundo caiga a tu alrededor, alguien en algún lugar lo está montando y desmontando para ti. Que lo realmente triste es vivir sin conocer el amor.



No hay comentarios:

Publicar un comentario